11 ago 2014

Entrevista a Lynn S.

Se dice que no hay historias originales, que todo lo que se debía escribir ya se escribió, que todas las historias ya se han contado… ¿cómo entiendes la originalidad en tus escritos?
También existe el dicho cada persona es un mundo. Entiendo que al sentarnos frente al teclado lo que nos mueve es contribuir al género con visión propia. Todo escritor comienza con ser fanático. Todas esas historias que ya se han contado son mi punto de partida. Me atrevo a decir que escritor que no cita influencias simplemente miente. Ahora, lo que me hace levantarme en mis buenos días y acomodarme frente al teclado es la idea de que como otros antes que yo, puedo colaborar con un bloque en la en la constante obra en construcción que es este género.
Lo que puedo considerar original en mis escritos es la infusión de experiencias personales. En la fantasía eso se logra anclando los personajes dentro de lo que el género permite, a experiencias y procederes que son profundamente humanos. Algunos de mis personajes son de extracción latina, otros se mueven en lugares que he visitado o viven en épocas que me apasionan. Soy también muy estudiosa de las bases mitológicas universales, me gusta encontrar puntos en común y traerlos a la luz. Mi sello particular es una mezcla de estudio detallado y asuntos cotidianos.

No hay libro más emblemático sobre el amor que Romeo y Julieta, una frase preciosa de Shakespeare dice: “No sé si mi mano podrá expresar lo que mi corazón siente.” ¿Qué concepto del amor reflejan tus novelas?
Depende. Hay diferentes tipos de amor y diferentes tipos de “ilusiones” de lo que el amor comprende.
En Sombra Roja, por ejemplo, el lector puede encontrar chocante de idea que desde el primer capítulo Eric Pérez y esta servidora decidimos destruir la idea del amor, de las conexiones familiares e incluso de la simple atracción, la cual reducimos a una transacción monetaria. Sin embargo en el camino, recogemos los pedazos y construimos otro tipo de relaciones afectivas. Donde falla el romance y donde la familia no alcanza, serán los amigos, las personas que te regala la vida, las que han de rescatarte y mantenerte en pie. 
En El Círculo de las Hadas las relaciones afectivas son diferentes. Hay parejas que logran conectar no solamente a un nivel físico, si no también espiritual, encontrando un balance y complemento perfecto. Mientras que otras, no son tan afortunadas. Soy muy práctica con los sentimientos. Constantes finales felices no le hacen justicia a las realidades de la vida. Así que diré que me siento muy cómoda escribiendo situaciones donde existe solo un cincuenta por ciento de probabilidad de que el amor triunfe. Eso valida más ese momento cuando se crea una situación de “y vivieron felices para siempre.” En mis novelas se lo tienen que ganar. 

¿Te gusta el cine? Hay una escena en V de Vendeta donde el personaje principal dice: “Hay una cara bajo esta máscara pero no soy yo. No soy esa cara más de lo que soy los músculos debajo de ella o los huesos de más abajo.” ¿Puedes decirme cuanto de tu persona hay tus novelas?
Me fascina el cine. Pero voy a la pregunta… todos dejamos algo nuestro en lo que escribimos. Como dije, soy curiosa, práctica para uno que otro asunto donde se exige que la cabeza actué junto con el corazón y muy fiel con quienes amo, sea amigos o familia. Creo también en la oportunidad de redención.
Las constantes en mis novelas van a regalar un vistazo a mi filosofía personal. Por eso en su en su mayoría mis mujeres son fuertes de carácter, decididas, muy de base matriarcal. Nunca faltará un personaje cuya lealtad sea probada y salga triunfante. Siempre también habrá alguien de carácter gris, caminando esa fina línea entre el bien y el mal, a quien se le presente una oportunidad de escoger. 

Los personajes masculinos son todo un reto, cómo reflejar el pensamiento masculino en una novela, Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios, decía: “Es más fácil aprender mecánica que psicología masculina. Una moto puedes llegar a conocerla, a un hombre jamás.” ¿Cómo diseñas los hombres de tus novelas?
Tengo la buena o mala suerte de ser “una más de los chicos.” Por años tuve más amistades varones que las que tuve mujeres. Eso me llevó a entender la mecánica de los hombres desde el otro lado de la cortina. 
Sin dejar de ser feminista hay que entender que los hombres, para bien o mal hacen sus conexiones basándose en lo visual y sus comunicaciones de forma directa. Las mujeres somos un poco más dadas a hacer conexiones emocionales y a comunicar a varios niveles. Una vez se entiende esto, el misterio de los hombres queda resuelto, tanto en la página como en la vida real.
Por supuesto también existen los “inspirados en”… ¿Quién no ha cedido ante la tentación de pintar en la página a ese hombre conocido que nos dejó ya fueran gratos o amargos recuerdos?

Seguro alguna vez escuchaste esto: “Las monjas también pueden colgar los hábitos... o levantárselos.” Es una linda excusa para preguntarte, ¿cómo ves el erotismo de las novelas románticas?
Depende de lo que requiera la trama. Temas adultos implican que en algún momento surgirá la necesidad de ilustrar de alguna manera explícita la conexión física. Quien ha leído Sombra Roja sabe que el erotismo no me asusta. Se explora en todos sus aspectos, desde los más decadentes, a los que reflejan el complemento de la conexión emocional hasta el erotismo que toca a la puerta del ritual, característica de muchas de las religiones paganas. 
Lo que no me agrada es el erotismo gratuito, el que se percibe como un relleno o como el enganche para una historia carente de trama. Si se presenta de esa manera lo encuentro terriblemente aburrido. Una buena escena erótica no es solamente el describir piel con piel, debe dar a conocer aspectos del personaje, facetas que de otra manera no quedarían expuestas. 

“Codiciamos lo que vemos cada día.” ¿qué meta te has propuesta como escritora? ¿A quién admiras?, en definitiva: ¿qué codicias cada día como autora?
Escribo porque me apasiona y para la pasión, el aliciente económico o la fama quedan en segundo puesto. Soy feliz con las reacciones de mis lectores. Como escribo a mi gusto, encontrar personas afines con mis locuras se me hace placentero y ante todo sorprendente. Claro, si mañana apareciera una clase especial de loquito que quisiera ofrecerme un contrato millonario… ¡Claro que me lanzo al asunto! Pero mientras tanto, escribir por placer es liberación y terapia. El día que deje de ser divertido, me alejo del teclado por siempre.
¿A quien admiro? Tengo toda una colección de poetas muertos a quien encomiendo mis letras. Pero entre los vivos, Neil Gaiman es el maestro. Me he perdido en sus mundos tantas veces y me ha hecho llorar lo incontable por seres imaginarios. Si algún día mis escritos fueran lo suficiente buenos como para acercarse a su cesto de basura sería feliz, feliz, feliz.

Cómo autora seguro estás en contacto con nuevas autoras que preguntan y se interesan por tu tarea. “No conseguirás conmover otros corazones si del corazón nada te sale.” Decía el Fausto de Goethe. ¿Qué le dices a una autora novata, qué consejos le das? 
La escritura es disciplina, es un balance perfecto entre tiempo y corazón. Debes escribir a diario y el día que estés “bloqueada” entonces garabatea esas frustraciones en un papel, pero no dejes de darle tiempo al teclado.
Lee. No se produce sin bases. Una vez adquieras el conocimiento, aprende a reconocer y a agradecer las influencias.
Acércate a otros que comparten tu pasión y agradece a aquellos que te siguen. Sin ellos, tus palabras se las lleva el viento. 
Acepta la crítica, siempre y cuando venga acompañada con un consejo que brinde una oportunidad de mejoría; lo demás debe ir directo al cesto de la basura porque solo va a crear frustraciones.
Nunca, nunca, te des por vencida. Escribe lo que sientes escribir, que esa estampa genuina que pones en tus letras encontrará en tiempo su audiencia.
Un abrazo. 

Gracias por responder y no olvides: “Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien son besos míos inventados por mí, para tu boca, mi querida lectora.”

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